martes, 14 de julio de 2015

"Escudo protector contra agresiones verbales" #inteligenciaemopcional #habilidadessociales #empatía #imageninterna #seguridad #mentoring

Algunos estudios científicos demuestran que el dolor que provoca una expresión descalificadora o de rechazo activa las mismas regiones del cerebro que el dolor físico. Los investigadores no sólo destacan lo nocivo que de la agresión verbal, sino que afirman que existen mecanismos para contrarrestarla sin iniciar discusiones ya que estas sólo aumentan el grado de violencia. 


Las expresiones verbales de rechazo, menosprecio, ira, ruptura amorosa u ofensa son más literales de lo que parecen, ya que según algunos estudios científicos pueden activar las mismas zonas del cerebro que se ponen en marcha con el dolor físico y actuar en forma de supervivencia.

El hecho de hablar del dolor puede alimentar el sufrimiento, y de acuerdo a otro estudio de psicólogos de la Universidad de Kentucky (EE.UU.) las sensaciones físicas y emocionales pueden entremezclarse hasta el punto de que, el malestar psicológico, denominado “dolor social”, que provoca un insulto, puede verse mitigado en aquellas personas que toman una dosis de paracetamol.

'CUANDO LAS PALABRAS DUELEN'
Para el neurólogo Arturo Goicoechea,“las palabras pueden predisponernos, porque crean expectativa, las cuales modifican las emociones y eso influye en el dolor y otras circunstancias”.
“El dolor es una estimación estadística del cerebro que activa una respuesta porque considera que existe una amenaza, pero a veces se equivoca”, según el autor del libro ‘Cerebro y dolor’.
Por su parte, la investigadora Susana Martínez-Conde, del Laboratorio de Neurociencia Visual del Instituto Barrows,en Phoenix (Estados Unidos), señala que las últimas investigaciones apuntan que el dolor es más una emoción que una sensación, por lo que “dependiendo de nuestro estado emocional podemos interpretar el mismo estímulo de manera distinta” y con ello aprender a manejarlo y a gestionarlo con la gestión psicoemocional.

Afortunadamente, así como nuestro cuerpo posee mecanismos fisiológicos para aliviar el dolor causado por las lesiones o enfermedades, como las endorfinas, y un sistema inmunológico que lo protege de las infecciones, nuestra mente puede poner a trabajar una serie de defensas y vacunas psicológicas para mantenernos a salvo de los insultos y otros “virus verbales”.

'Necesidad de construir un escudo verbal y actitudinal'
Para forjar este acorazamiento interior que ayuda a “no tomarse tan a pecho la actitud de los demás”, Berckhan propone cuatro pasos:

1. Recuerde una circunstancia en la que mantuvo la calma, pese a que la situación era violenta e irritante.Sumérjase de nuevo mentalmente en esta situación e imprégnese de la sensación de que los disgustos le rebotan como una pelota de ping-pong.
2. Deje que lo invada la sensación deque puede protegerse mediante una especie de escudo invisible que levanta a su alrededor.
3. Imagine ese escudo, a través del cual puede ver y oír, como ocurre con los cristales gruesos de las oficinas bancarias.
4. Elija e incúlquese una frase que le sirva de “música de fondo” para su escudo protector, algo así como “eso escosa de los demás” o “esto no tiene nada que ver conmigo”.



La pedagoga y consejera alemana aconseja levantar mentalmente esta protección invisible a una distancia adecuada, para oír y ver a través de ella todo lo que pasa a nuestro alrededor con gran precisión, sin dejar de estar perfectamente protegido.

Al usarlo, “el humor y los estados de ánimo de los demás ya no nos afectan”, ya que según Berckhan, nos encontramos tranquilos y seguros en nuestro propio espacio emocional y mental, desde donde podemos reaccionar de forma amable, objetiva y tranquila.

Si uno busca “insulto” en un diccionario, verá que se define como “palabra o acción ofensiva cuya finalidades provocar o irritar”, de donde se puede inferir que es una forma de estímulo que procura cierta respuesta o reacción negativa de nuestra parte, según la escritora y comunicadora Roser Amills Bibiloni.

No obstante, para esta investigadora,autora de “333 vitaminas para el alma”, para responder a los insultos “hay que ser más buenos que los malos”, y recomienda tener a mano algunos “golpes de efecto”como los siguientes para cuando sea necesario:.
• ¿Y?: La respuesta “¿Y?” al que se burla muestra indiferencia ante la burla y le resta importancia. Porque quien se afecta por un insulto, se infecta.
• Elogio: Cuando uno es molestado,generalmente es efectivo responder con un elogio. Por ejemplo, si alguien se mete con nuestro aspecto, podemos responderle “Tú sí que te ves bien”.
• Indiferencia: Hay un refrán que dice que “no hay mejor desprecio que no hacer aprecio”. El que insulta lo hace para obtener otra mala respuesta, así que si no la obtiene, no habrá conseguido su cometido.
• Dar la razón aunque no la tenga y pedir perdón. No es necesario que uno se crea lo que hace, pero una buena actuación deja sorprendido a quien insulta y, a veces, se arrepiente de haberlo hecho.
• Una amplia sonrisa: Ante un insulto, podemos plantarnos una de nuestras mejores sonrisas y podremos ver como la persona que tenemos enfrente se desespera y termina por desistir,completamente “descolocada”.